—Por favor, no dejes que ellos te lo quiten. Saca esto a la luz… —Sabrina agarró el ensangrentado chaleco de su hermano con las últimas fuerzas que restaban en su malherido cuerpo—. Es importante que se sepa la verdad…
La noche había caído ya sobre el pueblo cuando Allison escuchó un ruido en la planta baja de la casa. Se había pasado trasnochando los últimos seis días de la semana, pues estaba seguro de que tarde o temprano ellos darían con su casa y harían lo que fuera por recuperar los documentos que habían extraviado. Sosteniendo el rifle de caza que su padre le había regalado años atrás, se aproximó a la barandilla de madera de las escaleras para sorprender a los asaltantes cuando comenzaran a subir.
Apenas transcurrieron cinco minutos cuando la primera cabeza asomó. Sin vacilar, Allison abrió fuego en dos ocasiones, acabando con la vida de esta figura y obligando al resto de personas a cubrirse. Tras ello, se apresuró a volver a su cuarto y desplegó por la ventana la robusta escalera de cuerda que había preparado para, rápidamente, descender por ella hasta la parte de atrás. Por suerte, pudo perderse en la noche y despistar a sus perseguidores…
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