El entramado que hoy en día acoge todo lo existente se encuentra vacío. La magia universal comienza a surgir de la nada. Pequeñas partículas etéreas se forman y, poco a poco, se origina el núcleo conocido como azar, la madeja de hilos sobrenaturales que, más tarde, se ligará a cada uno de los elementos del universo.
(¿? A.C.) Aparecen dos grandes divinidades: Ôda y Vahladiel
Dos entidades sumamente perfectas son engendradas, pero se desconoce quién o qué les da la vida. Estas reciben el nombre de Ôda, la veleidosa diosa de la destrucción; y Vahladiel, el omnisciente dios de la creación. Al no existir nada más alrededor, a excepción del azar, cuyo patrón de actuación parece ser arbitrario y no interviene a favor de nadie, Vahladiel se debilita y Ôda comienza a reinar impetuosa sobre la inexistencia.
(6.000 A.C.) Ôda sigue reinando en la nada
Ôda continúa reinando en el vacío conocido como la nada, imperando por encima de su hermano Vahladiel, quien parece debilitarse cada vez más.